El plazo que esperaba ya llegó, los retos ya no están lejanos, ahora se perciben más cercanos, más presentes... Algunos intentan chocar mi cara para ver si estoy alerta. Lo estoy. Camino con firmeza, con frescura, con las ondas al viento y pintura blanca en la camisa. Aunque no cometo la osadía de sentirme en la cumbre (porque el vértigo aún me condena), respiro vitalidad e irradio energía ante esta realidad: estoy conquistando el terreno que piso. Y me siento tan mía, con todos los pensamientos, delirios y espejismos impíos. Mía, mía, siempre mía. Soy dueña de todo lo que represento y lo que dejo, ansiosa por conocer qué es lo que sigue. Fluyo, me dejo ser libre y evito cualquier exceso de control. Renuevo, como siempre, la licencia para ser libre y amar(me) completamente.
Negocio con mis temores, gracias a los ángeles que me rodean y me alientan a continuar un peldaño más arriba, aun cuando quiera retirarme y sienta el techo golpeándome hacia el suelo. Me reconcilio con mis propias herramientas y pongo todo mi empeño mental y físico para luchar firmemente ante cualquier amenaza hacia mi supervivencia. Así sea adrede. Necesito aprender y tengo que quitarme esa maña de creer que me falta tiempo o que no es el momento. La cobardía pasó a un segundo plano desde el momento en que tomé decisiones trascendentales y productivas. Tengo que amar y aceptar esa en la que me estoy convirtiendo para liberar a aquella que fui, pues, quizás aquella ya no tendrá un sitio donde refugiarse (o atormentarme).
Las trampas y artificios mentales son mindgames que tumban a cualquiera. Pero, por encima de estos, hay una burbuja que necesita estirarse... tal vez romperse... A medida que avanzo, despacio por la oscuridad del futuro cada vez más intenso e incierto, me enfrento a la necesidad de crecer a pasos más grandes de lo acostumbrado (y, ¿por qué no?... con más tropiezos de los habituales).
Si quiero volar, debo dejarme despegar.
La tinta que brota desde las venas pretende dejar huellas profundas, especialmente en el nivel espiritual. No busco el sentido de las cosas, mas dejo que me encuentre... Y la única forma de toparme con él hasta observarlo, criticarlo y aceptarlo es que configure el momento ideal para ello. Es por eso que celebro con sonrisas anchas, me doy gustos selectivos, me arriesgo y pruebo... me levanto con un shot de pura pasión plus dedicación. Canto mientras saboreo la adrenalina que se dispara al escalar ese muro de lamentos y frustraciones.
No sé qué voy a escribir en un futuro inmediato. No sé si voy a narrar la historia de un fracaso o de -qué sé yo- un éxito mediano, mas quiero usar el mejor lienzo, la tinta suficiente y el más genuino de los estilos. Avanzar más allá de las quejas y los obstáculos externos. Sin duda, la vida es más sabrosa cuando eres lo suficientemente valiente para reconocer tus flaquezas, humilde para reconocer tus capacidades sin delirios de grandeza, justo para saber que puedes ser realmente bueno y capaz para no encasillarte en definiciones y limitaciones.
Así que... aquí voy... a tientas... pero con mi mejor traje.
Así que... aquí voy... a tientas... pero con mi mejor traje.